Quisiera ser un libro abierto; una de esas personas que no guardan secretos; o que mi secreto sea que tengo un transtorno de personalidad, que alguna vez fui infiel o que me metí con muchos hombres de diversa índole, llámese, casados, etc; lo que la sociedad calificaría como “mal hombre”. Todo empezó cuando escuche esa palabra que hasta ese momento careció de su valor semántico: “voltéate”; tuve un flashback que hace mucho tiempo no lo tenía; y entendí que aún no había superado ciertos eventos. Hoy sin poder dormir, ya de madrugada me invade esa frase que me dijeron en alguna ocasión: “siempre te trataran como permitas que te traten”; quizás allí radique aquella sensación que me apoderó de mi libido cuando intentábamos consumar el placer; la vergüenza. Vergüenza a aceptar que le permití a alguien violar mi poder de decisión. Algo similar le pasó a mi díada en esa ocasión, simplemente que la causa fue diferente que muy aparte de parecerme conmovedora la envidié.
En todo caso, debo de admitir que ya no soy la misma, lejos de haber evolucionado o involucionado; no es lo mismo que te digan que eres una cualquiera; que en un primer momento duela porque te lo dijo alguien que amabas, pero después lo superas y te das cuenta que fuiste demasiado mujer para ese hombre; o que quizás tenía problemas de autoestima, complejos machitas, etc. Sin embargo, “cuando te la meten” a la fuerza; te marca, como un tatuaje en la piel; que aunque te bañes hartas veces es inútil borrar, en este caso desear que el episodio sea parte de una laguna mental. Pensé, uno deja de recordar pero no lo olvida; es lo que me pasó; tal vez mi memoria me jugó ese pase; el de tratar de borrar ese evento, hasta aquel día.
De lo que sí estoy segura, es que somos producto de una cadena alimenticia conformada por agentes putrefactos, enfermos y gangrenados. Y así yo soy producto de una madre y un padre con traumas disfrazados de peleas maritales, ya sean de orden económico o cultural; y seguirá sumándose más eslabones a la cadena, yo fingiré en un tiempo no muy lejano; haber superado ciertos episodios traumáticos, y así elegiré a mi supuesta diada para aplacar la soledad y engendraremos a un crio que en un futuro contaminaremos.
Porque no digerimos pero si cagamos, de diferentes colores, consistencia e intensidad.