La atracción por la belleza disfuncional de David Cronenberg es inevitable; sus filmes inquietantes, como Parásitos mortales o Rabia, inmersas dentro del género del horror, por otro lado Naked Lunch o Crash, que coquetean con fronteras escabrosas y deambulan entre la realidad y la alucinación; es así que Cronenberg nos refriega en el rostro lo que las grandes masas considerarían una legaña en el ojo: la enfermedad, la perdida de la identidad, las alteraciones de nuestra biología, además de la satisfacción de nuestros deseos más sucios.
Parásitos mortales, siendo particularmente desagradable o asqueante por la aparición de repulsivas criaturas que salen del estómago o de la boca u otras partes del cuerpo, tienden a la propagación por obra del ser humano. The naked luch por su parte, nos coloca al “otro lado” de lo real, lo probable y lo verosímil; no es la crónica de un yonqui, el tema es el delirio, la dimensión infecciosa de la alucinación de Cronenberg no es un asunto de lentes deformantes; la película es una adaptación de un libro del maestro Borroughs, la relación de ambas es la misma que tiene Lee con su máquina de escribir, la mutación del libro infilmable. Finalmente, en Crash extraños placeres; el espectador es perturbado constantemente con una agitación mecánica o una excitación sexual, esto es un choque automovilístico o un coito; Cronenberg nos presenta al placer que esta atado con un cinturón de seguridad indestructible a los carros. Es así que todas las secuencias provocan la misma conclusión pesimista, los últimos sobrevivientes quedan heridos al pie de un carro humeante.